H.

Porque hace unos años, por estas fechas, la alegría se palpaba en el aire. La felicidad era abundante, y su risa resonaba por toda la estancia. Sus ojos irradiaban calor, y amor. Sus brazos te aferraban con fuerza. Plantaba sonrisas.
Hoy no. Ella ya no está. Y su ausencia se nota, y mucho. La alegría es escasa. Ya no están sus abrazos. Ni sus risas, ni sus ojos. Lo único a lo que pude llamar abuela, aunque ninguna similitud de ADN nos uniera.
Hoy, desde aquí, desde este terrible mundo vació y triste que nos has dejado, quiero darte las gracias por haberme dado los mejores años de tu vida.
Te echo de menos, abuela.
Hoy, mientras observaba la nublada mañana me he dado cuenta que muchas personas son como los días nublados. Muchas veces tienes la certeza de que va a llover, sales con paraguas y no cae una sola gota de agua. En cambio otras, a veces llueve a cántaros con apenas unas nubes.


Así son las personas desatentas, grises como los días nublados. Estoy en la vertiente de no enfrentar estas personas, ni siquiera me propongo ignorarlas; simplemente para mi no existen. 


Es tétrico ver que una persona no te responda a una llamada ante una situación de una urgencia o cuando necesites comunicar algo importante. Las personas desatentas son informales, ignorantes, su ego está descontrolado y su estima es brújula de un navío en alta mar. Siempre he dicho que los mediocres son los que asumen que son los que merecen la tierra y están por encima de todo y todos... Aquí es donde no sé reír con una enorme carcajada que parta el cielo, o preferir que esas personas desalmadas prueben plutonio o vivan en otra galaxia. Súmenle a todo esto, que en su mayoría, son bipolares...


Créanme que cultivas cada día mi tolerancia es encontrar un obstáculo en cada etapa de mi vida. Está llena de personas informales, desatentas y para colmo, juegan con tu tiempo. ¿Saben algo? Cuando traten a una persona con este mal, no sigan su juego ni en la mínima escala. Limítense, limítenlos  Etiquetemos a estas personas con el color negro.



Mierda, tan solo eso.

Un fuerte olor me hace fruncir la nariz. Es apestoso. Me tapo las fosas nasales con la manga del jersey, pero ni aún así consigo evadirme. El hedor es tan fuerte y tan asqueroso que se queda pegado en la ropa. Busco lugar para resguardarme, pero lo contamina todo. Es el olor de la falsedad. La desconfianza se palpa y la tensión puede cortarse. Los amigos de verdad están escondidos. Y sólo si tienes mucha paciencia puedes encontrarlos. Gente como tú, sincera. Que de verdad valga algo. Adelante, no te rindas. Busca con paciencia, traga mierda, y vomita verdades. Sólo así podrás empezar a levantar los dedos de las manos.




Bad decision.

A veces, lo que más queremos no es lo que más nos conviene. A veces, lo que creemos que nos hace felices nos está matando por dentro. Y hasta que no estamos muertos, no nos damos cuenta.

Con la única compañía de la soledad.

Sacaste el demonio que llevaba dentro. Lo rescataste de un pozo de recuerdos olvidados, o al menos ocultos. No dudaste ni un momento en herirme, con tus palabras afiladas. Me hiciste sangrar lágrimas ácidas, que quemaron mi cara y mi interior. Me impediste ver el mundo con claridad. Ordenaste a la rabia que me inundara, y así lo hizo. Actué ciego, y me quedé sólo. Porque el que no ve lo que tiene, juega con ello hasta quedarse con la única compañía de la soledad.




Trocitos de mi.

- Es más de la una de la mañana. Y sabes que lo que pasa a partir de la una no es racional. Así que calla y escucha. Lo primero, gracias. Te preguntarás por qué. Pues en primer lugar porque me da la gana, y en segundo, por dejarme quererte. Por arriesgarlo todo y confiar en mi. Por saltar sin saber si te ibas a dar la hostia. Gracias por todos y cada uno de los maravillosos días que me llevas dando desde hace tantos meses. Nunca me había imaginado que eso de la media naranja existiera. Aunque yo siempre me he considerado una manzana. Quizás seas mi media manzana...
- EH EH EH EH PARA. Esto es magia. ¿¡Me has oído alguna vez lo de la manzana?!
- ¿Qué?
- Que eso lo decía yo. Que yo buscaba mi media manzana, porque las naranjas no me gustaban. Lo llevo diciendo años.
- "Y una vez más, mi cabeza encajaba entre su clavícula y su hombro a la perfección." Aclarado lo de las manzanas, ya no hay duda que eres ese pedazo de mi que tanto años llevo buscando. No veía el momento de encontrarte. Pero ha merecido la pena esperar. Tenemos toda la vida para estar juntos. No me cabe la menor duda de que esto es para siempre. No me arrepiento de nada. Y si estoy cometiendo errores, quiero seguir cometiéndolos. Porque quizás sea cierto eso de que te puedes llegar a enamorar de la piedra. Ya no te puedo decir un simple "te quiero", porque con un ·"te quiero" te limpias el culo. Ahora es un "te necesito", "te adoro", "te amo", "te echo de menos". Todos los "te.. " del mundo. Te puedo jurar que nunca voy a irme sin llevarte conmigo.

Soy el héroe que te mereces, pero no el que necesitas. No puedo vivir sin mi, sólo de imaginarlo me mueroDinamito con alta frecuencia. Me electrocuto y gozo de la descarga violenta que me atraviesa. Disfruto de lo que otros vomitan, ¡abre los ojos! El mundo no es lo que parece, nos tienen engañados. Pareceré una romántica, pero adoro pensar que algún día estaremos juntos y me comerás todo el cimbrel. Con la sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos. ¿Me envidias porque no sólo conozco su última pesadilla sino también las mil anteriores? Espera que me ría. Vivo en mis cascos escuchando música. Irónica, complicada y soñadora. Insaciable, insegura e inaccesible. Ellos me llaman triste; yo, Noviembre. Intento fallido de valiente, aunque no me rindo fácilmente. Las cosas claras, y en la cartera condones. Ocultando mi yo oculto.


Quizás el recuerdo sea el primer paso hacia la eternidad. Me pregunto que sería de mi si él no me hubiese enseñado a creer. Donde hubo fuego, quedan cenizas. Gracias a dios que aprendí a barrer. Nadie nace para ser perfecto. Nacemos para cometer errores. Millones de errores. Y cada uno de ellos, nos enseñará una lección. Es cosa nuestra si decidimos aprenderla, o nos gusta demasiado la piedra. 


Lo importante es seguir el camino, hasta el final.

2F9.

Y así me di cuenta de que las cosas no se olvidan, simplemente se colocan en un segundo plano. Los sentimientos no se van del todo, siempre quedan resquemores clavados en alguna parte del corazón. Los recuerdos, se quedan almacenados en un CD con caras infinitas, y las caricias, los besos y las miradas siempre estarán ahí. No hay odio. Simplemente rencor por lo que pudo ser y no fue. Solamente hay dolor, y cosas que quedaron en el aire sin que ningún oído lo captara. Pero nunca, nada se termina del todo.



Me duelen las manos. Las miro y solo veo hilos, cuales no consigo adivinar de donde vienen. Como a una marioneta, me hacen andar, retroceder, arrodillarme. Como a una marioneta me controlan. ¿Quién? No lo sé con exactitud. Pero se preocupan de cada paso que doy. De vez en cuando, oigo el rasgar de un bolígrafo contra un papel, y acto seguido, un alto susurro de voces que inunda toda la estancia. Apuntan mis logros. Y así continuamente, sin parar, una y otra vez...




La confusión me aturde, el ansia de libertad me erosiona por completo. Tiro de las cuerdas, y consigo romperlas. No oigo nada. No hay voces. Así que corro, corro lo más rápido que puedo. Me encanta la sensación de no estar sujeta a nada. A nada. El viento acaricia cada palmo de mi cuerpo. A lo lejos veo una rotura en la tierra. Quiero ir. Quiero saltar dentro y ver donde me lleva. La adrenalina se difunde por todo mi cuerpo, sin dejar ni un centímetro sin embriagar con su sensación. Cuando estoy a escasos diez metros, los susurros vuelven. Y yo me freno en mi lucha por saltar. Sus voces ahora son nítidas. Familiares, pero aún así irreconocibles. "Para. No saltes. Estúpida, te harás daño. Te arrepentirás. No sabes lo que haces". Eran dos voces que se alternaban para prohibirme morir. Pero yo quería,cada vez lo deseaba más. Hasta que las ganas de volver a sentir la adrenalina en mi cuerpo me hizo moverme. En los primeros pasos, las voces se alteraron, sonaban rugidos como eco, pero apenas las oía ya. Eran tan sonoras como la brisa al chocar contra los árboles. Me encontraba al borde del precipicio, dispuesta a caer hasta donde fuera necesario. Al fondo, atisbaba una pequeña pero hermosa luz. Las voces, apenas audibles, sollozan, se lamentan. Las ignoro y dejo que el vacío me abrace. Tan suave que parecía irreal. Tan suave, que caí en el sueño más profundo





A través de mis párpados, noté la claridad. Poco a poco, abrí los ojos, acostumbrándome lentamente a la luz. Mi cuerpo estaba lleno de yagas y heridas. Apenas sentía poco más que la cabeza. Cuando mire mi cuerpo, estaba destrozado, y como cualquier marioneta, tenía hilos atados a las extremidades.


Todo.

Tú lo eres todo. Eres todo lo que necesito, y lo que no. Eres todo lo que quiero y lo que no quiero. Lo que más feliz me hace, y la razón por la que más lágrimas derramo. Todo. Un todo completo. La lluvia y viento, el sol y el frío. Me erosionas a cada paso. Si te vas, todo se hunde. Todo. Todo. Yo me hundo. Porque yo soy todo. Al igual que tú eres todo. Pero cabe decir, que al igual que yo sin ti no soy nada, tú sin mi no existes. 
"No tengas miedo", le susurré. "Somos como una sola persona".
De pronto me abrumó la realidad de mis palabras. Ese momento era tan perfecto, tan auténtico. No dejaba lugar a dudas.
Me rodeó con los brazos, me estrechó contra él y hasta la última de mis terminaciones nerviosas cobró vida propia.
"Para siempre", concluyó.




Sabía que los dos estábamos en peligro mortal. Sin embargo, en ese momento, me sentí bien. Por completo. Podía notar otra vez el palpitar desbocado de mi corazón contra las costillas y la sangre latiendo caliente y rápida por mis venas. Los pulmones se me llenaron del dulce perfume que derramaba su cuerpo. Era como si nunca hubiera existido un agujero en mi pecho. Todo estaba perfecto, no curado, como si desde el principio no hubiera habido una herida.

Vi cambiar su cuerpo. Se agazapó sobre el tejado con una mano asiada al alero. Toda aquella misteriosa simpatía había desaparecido y ahora era un cazador. Eso era algo que yo reconocía, algo con lo que me sentía cómoda.
Desconecté el cerebro. Era el momento de cazar. Respiré profundamente y atraje el aroma de la sangre del interior de los humanos de allá abajo. No eran los únicos que había en la zona, pero sí los que se encontraban más próximos. A quién ibas a dar caza era el tipo de decisión que tenías que tomar antes de olfatear a tu presa.



Ahora era demasiado tarde para escoger.


Twiligth.

Hay tres cosas de las que estoy completamente segura. Primera, Edward es un vampiro. Segunda, una parte de él se muere por beber mi sangre. Y tercera, estoy total y perdidamente enamorada de él.




Ser.

Es agua helada que no congela. Es fuego que no quema. Es una lluvia que no moja y un dulce que no engorda. Es una carrera que no cansa, y en la que no hay ganador, porque en realidad sólo hay un participante. Es un día soleado en invierno, y el lado frío de la cama en verano. El un lápiz infinito, una mano fija, el beso perfecto. Es pisar sobre seguro, es nadar entre nubes, y caminar sobre el mar. Es la felicidad en estado puro, la tristeza que más cala. Son los nervios de un examen, y el desorden de una habitación. Es un viento que no despeina, y un calor que se pega al cuerpo. Es un miedo paralizador. Es un deseo infinito. Imposible. Es un hechizo eterno, una comida que no sacia. Un agua que no quita la sed. Es algo importante, imprescindible. Es ese alguien que me ha robado el corazón.


"He aprendido que los amores, pueden llegar por sorpresa o terminan en una noche. Que grandísimos amigos pueden volverse grandísimos desconocidos, y que por el contrario, un desconocido puede volverse alguien inseparable. Que el "nunca más" nunca se cumple, y que el "para siempre" siempre termina. Que el que quiere, lo puede, lo sigue, lo logra y lo consigue. Que el que arriesga no pierde, y el que no arriesga no gana. Que el físico atrae, pero la personalidad enamora. Que si quieres ver a alguien díselo hoy, mañana sera tarde. El sentir dolor es inevitable pero sufrir es opcional. Y sobretodo he aprendido que no sirve de absolutamente nada seguir negando lo evidente."




@MarcosGS14.

Esos grandes ojos fijos.

Nada se compara con su mirada. Si ella mira, nadie más mira. Sus grandes cuencas rellenas de color son a la vez el todo y la nada. No sabría dejar de mirarlos. Son tan hermosos los ojos de mi amada que el mundo quisiera ser mirado por ellos. Pero no tiene tanta suerte, no. Sólo ella puede mirar a través, porque son suyos, aunque también un poco míos.



Cuando quieren se visten de verde, cuando no, se ponen el manto oscuro; pero pase lo que pase, no desvelan nada. Tan sólo que son sinceros y puros. Puros como el blanco que rodea su iris. Y que decir de la lucha por la pureza máxima que existe entre su globo ocular y su piel. Su piel, tan fina como su mirada, asombra y remata. Como la textura de la miel. Hermosa, linda, preciosa, así es mi mujer.

Todo me da igual.

Me oculto bajo mil capas de felicidad, no creo que nunca puedas llegar a la que realmente me describe. Siempre estoy ahí aunque no me veas. Me lavo las manos, me desentiendo. Limpio mi mierda, me da igual que vosotros os pudráis. Sé que a vosotros tampoco os importo. Nunca he sido un lobo feroz, siempre he sido el patito feo que se escondía bajo un caparazón y que creía en los cuentos. Y ahora que he crecido, no soy un cisne, soy aún más feo. No es mi culpa que el mundo me haya hecho vacío por dentro...
Nunca he soñado con ser un dios, sino uno más en este juego. Y lo conseguí, juego con vosotros y con vuestros sentimientos. Ya no me queda nada de corazón, ahora soy depredador de cada presa que veo. O cazas o te cazan.
Hasta que llegó ella y volcó mi mundo. Me hizo ver que no sólo importaba yo, que había algo más a lo que proteger. Poco a poco fue colándose por cada una de mis mil capas, hasta, increiblemente, llegar a mi núcleo, a mi yo débil. Y en vez de hacerme daño, me demostró lo que es la felicidad. Desde entonces ya nada me da igual, ya no me lavo las manos, ya no me desentiendo. Eso de ser un delincuente con los sentimientos se ha acabado. Ahora es hora de ser cisne, aunque no por fuera. Es hora de hacerla feliz, feliz de verdad. Como ella hace conmigo. Es hora de cuidarla, de acunarla entre mis brazos. Es hora de hacerla mia, al igual que ella me ha hecho suyo.

No podía volver atrás, no podía olvidarlo todo.

En el fondo los dos sabíamos que no podíamos borrar el pasado, que siempre estaría ahí. Tampoco podíamos retroceder y cambiarlo. Es imposible. Ya está echo. Pero podemos perdonar. Y será mil veces mejor que haberlo olvidado, porque así aprenderemos de nuestros errores, y sabremos que si algo nos importa y queremos que sea para siempre, hay que cuidarlo. Si no se va pudriendo hasta que muere.

Lucha.

Tú piensas que todo es un juego, y que no hay que apostar si no estás seguro de tus cartas. Pero incluso cuando todo apunta a que va a llover, hay que apostar porque no lo va a hacer. Sólo así ganaremos cosas que los demás ni sueñan con tener. Porque seremos únicos en nuestras apuestas, y por tanto en nuestras posesiones. Si luchas, ten por cuenta que tarde o temprano ganarás. Si esperas, te morirás del asco.

Podremos, dame la mano.

Olvidemoslo todo y empecemos de cero. Que nadie nunca me ha cuidado y entendido como tú. Y seguramente nunca nadie lo haga. No quiero perder la razón, pero sé que tú no me vas a llamar, sé que no vas a estar. Pero es tan fácil pensar que cierta tarde tonta nos podremos cruzar...Puede que no te vuelva a ver. Quizás entonces pueda hacer otra tarde gris, y tengamos que refugiarnos juntos de la lluvia. Quizás ahí vuelvas a entender que te quiero, y que nunca he dejado de hacerlo. 

Eso es lo que pasa, lo que nunca sucedió me está matando.

"Eso es lo que pasa... Que la echo de menos. En toda su ausencia. Hasta decir basta. Añoro esos paseos que nunca dimos por el parque. Añoro esos besos que jamás me dio, esas risas tontas que no nos echamos. Esa canción que nunca escuchamos juntos después de no hacer el amor... Tengo que volver con ella hasta el punto en que todo dejó de poder ser.
Y volver a empezar juntos ... por primera vez."

Ya la echarás de menos...

Ya la echarás de menos cuando la busques entre tus brazos y no la encuentres. O cuando te gires en la cama para darla los buenos días y solo haya un revoltijo de sábanas impregnadas de su olor. Ya la echarás de menos cuando tu mano no tenga a qué aferrarse cuando pasees por la calle, o cuando no sepas que hacer con las horas que matabais queriéndoos. Cuando tus besos no tengan dueña, y se pierdan entre el olvido. Cuando te sientas tan solo que se te encoja el corazón o que las lágrimas recorran tus mejillas. Ya la echarás de menos cuando notes su calor, y cuando ya no oigas su risa. O cuando ya no puedas quedarte mirando sus ojos. Ya, ya habrá tiempo para echarla de menos.

Que poco dura un "para siempre".

Cuando la oscuridad se expande, mi corazón se encoje. Hay que aceptar la realidad, pero me niego. Lo mio es andar por un pasillo sin fin. Esperando ver una luz que nunca aparecerá. De repente un eco retumba en la estancia. Caigo al suelo, de rodillas, derrumbada. No. No. No. Me levanto y empiezo a correr, ya no sé si retrocedo o avanzo. Sólo quiero llegar al principio. Donde encontré las ganas de andar sin saber lo que hay al otro lado. Mis pies están mojados. El pasillo se empieza a llenar de agua. Agua procedente de ningún sitio. Ningún sitio... Pero no me detiene joder, yo sigo corriendo. Y aunque haga frio me quito la ropa, aunque el agotamiento agarrote mis músculos no paro. Sigo corriendo. El sudor comienza a bajar por mi frente e inunda mi nuca. El nivel del agua ya me llega a las rodillas. Y justo cuando estoy a punto de parar, de tirar la toalla, veo lo que estaba buscando, la solución. El agua desaparece poco a poco, como si un desagüe la absorviera, y las paredes de mi alrededor se evaporan, como si solo hubieran sido aire negro. Ahí estaba el principio. El paisaje más hermoso del mundo. Por lo que volvería a arriesgar todo otra vez.

Take the best, fuck the rest.

Tu vida es tuya. La gente puede tener opiniones pero nunca puedes hacer de esas opiniones las tuyas propias, porque te acabarás arrepintiendo. Sé feliz haciendo lo que tu desees en cada momento. Porque solo tú puedes saber lo que quieres, y con quien lo quieres.
Dolor, miedo, ganas, odio, amor. El corazón está en un puño, preso. Mientras los pensamientos se pelean en la cabeza. La garganta y el estómago anudados. Ríos de lágrimas en las mejillas. Mares de dudas por desemboque.
Deseperación, tristeza. Congoja. Susurros que taladran los oídos. Soledad que rapta. Añoranza que perturba.
Indecisiones. Indecisiones. Fin. Comienzo. Fin. Reset. Comienzo. Bien. Bien. Maravilloso. Mal. Mal. Desesperación. Fin. ¿Y ahora?

Disfruta, siente, ama, perdona y olvida. Pero sobre todo vive.

"La vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces, años. Todo depende de nuestra fortuna. El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo."

Nunca sabremos, hasta que hayan pasado esos momentos, que los estamos viviendo. No somos conscientes de lo que poseemos hasta que desaparece. Por eso, te voy a dar un consejo. <<Vive el día a día; vive cada momento como si fuera el último; cada segundo como si el reloj fuera a pararse al próximo tic. Piensa en ti, haz lo que creas conveniente en cada situación, sin pensar en las consecuencias. Disfruta, siente, ama, perdona y olvida. No luches contra la vida. Al fin y al cabo no saldrás vivo de ella. Sé su cómplice, y aunque también te acabe matando, habrá merecido la pena.>>
La perfección solo existe en los cuentos de hadas. Nada puede ser perfecto. Al mirar a través de las ventanas llueve. La perfección está formada por mentiras y mentirosos; por ciegos que no quieren ver. Cuando algo es perfecto, no existe. El sol nunca gobernará sobre las nubes. Nunca habrá un bolígrafo que no se quede sin tinta. Hasta lo más hermoso se acaba. Hasta lo más mezquino tiene una pizca de bondad. No hay extremos. Al terminar el balanceo, el péndulo siempre yace en el medio; nunca en un lateral. No podemos encontrar el número final, ni el lugar exacto donde acaba el universo. No podemos pretender cambiar un ciclo, porque no saldremos vivos de esa lucha. No hay besos perfectos y las despedidas duelen. Duelen por lo que han sido. Duelen por lo que no serán más. "Un final duele. Siempre duele. No siempre duele; no siempre es un final. Un final siempre duele."
                             
Don't go, please.
Cuando sientes que todo se ha acabado, que nadie te coge de la mano, sólo tienes que permanecer en silencio. Podrás escuchar su respiración en tu oído; su cabeza en tu hombro; sus manos al rededor de tu cintura. Te está abrazando. Sólo queda él.

Nos echo de menos.

Nos echo de menos. A nosotros, a nuestros momentos. Nuestras sonrisas, besos y caricias. Echo de menos nuestros abrazos. Nuestras conversaciones y nuestras miradas cómplices. Echo de menos nuestras peleas de pies y esas guerras de cosquillas en las que siempre perdías. Echo de menos todos y cada uno de los golpes tontos que nos hemos dado, todos los mordiscos que dejaste marcados en mi piel. Nos echo de menos por todas y cada una de esas veces que nos eché de más. 

El mejor vals.

Mil emociones cantan al compás de la música que son tus latidos, mientras tus manos tocan el piano de mis costillas. Tú sonríes, yo sonrío. Nuestros ojos sonríen. Mis manos acarician tu pelo, se enredan en él, buscando ser ocultados bajo un color azabache. No hay ni un milímetro de nuestro cuerpo que no esté unido. Nuestras caderas bailan un vals, mientras los jadeos luchan por salir de nuestras bocas. Un escalofrío enorme recorre todo mi cuerpo. Y también el tuyo. Todo lo que yo siento, tú también lo sientes. Somos uno, desde hace mucho tiempo. No hay nada mejor que notar tu mano acariciando mi hombro, dirigiéndose hacia mi mejilla, donde el fuego prende y el color carmín lo cubre todo.

Todo va.

Todo va perfecto. Los pájaros cantan, las flores crecen, el rocío mañanero empapa, el frío es menos frío porque hay algún mamón que te coge de la mano... Todo va perfecto. Los paseos son largos y las risas abundantes, los ojos sonríen, las bocas no lloran. Palabras bonitas que vuelan y aterrizan en tus oídos. Mejillas sonrojadas y corazones haciendo carreras. Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va.
Pero no perfecto.
Las brujas han salido de su escondrijo y atacan a la felicidad con sus hechizos malignos. Convierten a los pájaros en cuervos, y a las flores en zarzas. El rocío mañanero se convierte en una fuerte lluvia que inunda.
El frío es intenso, que hace daño en los huesos. Las brujas se llevan en su escoba a ese mamón, sin que tu puedas hacer nada, por mucho que corras. Los paseos desaparecen, y las risas se callan. Los ojos tristes, las bocas lloran. Las palabras vuelan, pero lejos. En tus oídos sólo aterrizan los graznidos de los cuervos. Mejillas sin color y corazones parados. Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va. 
Todo vuelve a ir perfecto. 
El sol ha salido después de la tormenta. Como siempre sale. El mar en calma, las brujas han abandonado. Volvieron a su escondrijo, porque la felicidad se les escapó de las manos para volver a sus legítimos dueños. Sus hechizos se han roto. Los cuervos vuelven a ser pájaros que cantan, las zarzas vuelven a ser flores a las que les vuelve a acariciar el rocío. El mamón vuelve, caminando despacio, para volver a coger tu mano y no soltarla más. Los paseos se alargan, y las risas renacen. Los ojos se abren, temerosos, y se acostumbran a la luz. Las bocas disimulan una sonrisa. Las palabras vuelven, tus oídos vuelven a ser aereopuertos. Las mejillas se vuelven carmín y los latidos se vuelven a retar. Todo va perfecto.

Lo que no ves.

Antes de que amaneciera salí huyendo de tu cama. En tu espejo un testamento, ya no queda nada. Dejé tu barra de labios y con ella un par de años de quererte por las tardes de mañanas importantes. Tú me enseñas que se puede querer lo que no ves.
Tropezamos de repente como en un nuevo 11-S. Sonreiste a cada gota que chocaba contra el filo de mi boca. Susurraste que el pasado sólo es como un día malo. Y la lluvia abrió las puertas de mi vida a tu FordFiesta. me enseñas que se puede querer lo que no ves.
No consigo recordar por qué motivo me fui. Pero en tu cuarto de baño sigue tu rojo de labios. No consigo recordar como he llegado hasta aquí. Sólo sé que estoy borrando lo que un día te hizo daño. Tú me enseñas que se puede querer lo que no ves.
Siempre fui poniendo parches creando segundas partes. Hasta que me demostraste que no puedo olvidarte. Tú me enseñas que se puede querer lo que no ves.
No consigo recordar porque motivo me fui. Pero en tu cuarto de baño sigue tu rojo de labios. No consigo recordar como he llegado hasta aquí. Sólo sé que estoy borrando lo que un día te hizo daño. Tú me enseñas que se puede querer lo que no ves.

Mil veces más grande.

Lo he probado todo. Todos los métodos para olvidarte. Es cierto que ya no te quiero, pero tu nombre siempre ronda mi cabeza. Quizás sea el cariño que te tengo, por las cosas que pasamos juntos; o quizás sea por lo mucho que te odio; o por la pena que me das. Sea cual sea el motivo, cada una de las letras que forman tu apelativo rebota contra las paredes de mi cabeza, azotándome recuerdos: un beso, un abrazo, una mirada de esas que nos hicieron complices... La luna fue testigo de que me engañaste, pero ahora verá como te la devuelvo, mil veces mas grande y dolorosa.

Que nadie sepa lo que nos contábamos.

Una noche más sigo aquí, sola. Mi cama, añora tu presencia. Las mantas recuerdan tu olor. Ya tan solo abrazo al aire. Aire inerte que se escapa entre mis dedos, que se escurre como el agua, con la simple diferencia de que no deja rastro. Ya no estás. Es cierto. Y es que me retuerce el corazón tu ausencia. Lo único que me mantiene viva y respirando, son mis recuerdos. Recuerdos de cuando aún estabas ahí, y nuestros pies luchaban por ver quien daba más calor al otro. Cuando tu barba se enredaba con mi pelo porque me besabas la cabeza, o cuando me lo revolvías y me sonreías después. Cuando las sábanas eran nuestros cómplices, y sólo ellas sabían lo que nos contábamos bajito y al oído; cuando éramos el jamón y el queso de un sandwich de seda y látex. Esos recuerdos en los que tus manos recorrían mis costillas, jugando con cada bache, y buscando una salida en el laberinto de mi tripa; en los que tus piernas eran la cárcel y yo la prisionera que no podía ni quería salir. Cuando tus besos parecían infinitos, y cada uno mejor que el anterior. Pero aún así todos perfectos. Y eso de cerrar los ojos y sentir tus brazos apoderándose de mi era algo que ya es imposible sentir. O cuando me giraba, y tú me estabas mirando, con esos ojos verdes y dulces que irradiaban cariño de aquí hasta el sol. O cuando saltabas de un lado a otro de la cama porque decías que preferías estar a mi izquierda... Aún recuerdo las mil veces que mi espalda a impactado contra este colchón que ahora solo consta con mi presencia. Recuerdo perfectamente cuando me llamabas con esa voz tuya, inconfundible. Y yo no tenía otro remedio que acudir a ti. No podía oponerme a es perfección que emanabas. Tengo mil recuerdos nítidos, que uso para no morir hoy aquí, en el mismo lugar donde comenzó todo una noche. Pero no sé el momento exacto en el que te fuiste. La noche exacta en la que ya no estabas. Pero aún así, esto que mi mente recrea, es lo más hermoso que nunca había vivido, y pase lo que pase, me pertenece, como tú un día lo hiciste.

Lo más lejos a tu lado.

Puede ser que un día me despierte y nada sea como recordaba. Incluso puede ser que no recuerde nada. Que no sepa ni quien soy, ni donde estoy. Ni que día es. Puede ser que salga a la calle desnuda porque no recuerde que la ropa existe. O puede ser que salga abrigada porque no recuerdo que es verano. Puede ser que beba agua de lluvia porque no sé que con solo girar una palanca tengo agua potable en casa. O puede ser que no beba agua, porque no sé que la necesito. Quizás ni siquiera respire al principio, hasta que no tenga la necesidad de introducir aire en mis pulmones. Puede que ya no huyera de las moscas, porque no recordaría que las tengo miedo. Puede que se me olvide dormir, y caminar, y hablar. Ya no leería, y no podría estar escribiendo esto. Puede que un día despierte y no me acuerde de nada. Pero al igual que tarde o temprano aprendería a respirar porque lo necesito, también tarde o temprano te necesitaría a ti. 

Y sin palabras acordamos ser eternos.

Nunca nos juramos fidelidad, pero nos fuimos leales. Tampoco nos cruzamos ninguna palabra bonita, pero bastaba con dejar hablar a las miradas. Ninguna foto adorna nuestro álbum, pero los recuerdos son imborrables. Nunca nos rozamos, pero sentíamos la calidez del otro con tanta fuerza que nos quemaba. Poco a poco, el cariño fue creciendo. Y sin juramentos, palabras bonitas, miradas, fotos ni caricias nos hicimos lo más importante para el otro. Y en el momento en el que nos tocó jurar, hablar, mirarnos, fotografiarnos y acariciarnos, lo hicimos con total placer, de al fin, poder consumar en aquello que tanto tiempo habíamos reprimido. Porque aunque fueran primeros momentos físicos, no lo fueron sentimentales. Yo ya te había jurado eternidad. Te había hecho entender que eras lo más importante en mi vida, y te había dedicado la más dulce de las miradas. No te había fotografiado, porque me bastaba con el repertorio que tenía en mi cabeza de tu hermoso rostro. Y mi mano te había acariciado en la distancia. 

Dar(le) lo mejor de ti.

Odio esos días en los que todo es negro y de colores oscuros. Odio esos días en los que no tengo dibujada una sonrisa en la cara y en los que ni el mejor abrazo del mundo podría alegrarte. Esos días en los que eres la más gorda, fea, estúpida y torpe. Y el que piense lo contrario es gilipollas. Cuando por muy limpio que este todo, siempre ves algún fallo. Odio esos días en los que prefieres la soledad antes que su compañía. O cuando te gustaría coger el borrador y borrar toda tu vida de la pizarra, para volver a empezar de cero; sin errores, sin confianzas, sin sentimientos; para que nadie pueda hacerte daño. Esos días en los que ni la música puede sacarte del bache, ni su mirada, ni su olor, ni nada. Todo es asqueroso y una mierda. Esos días en los que cogerías una chaqueta y empezarías a andar. Sin mirar atrás. Sin recordar nada ni nadie. O cuando te sientas frenre al papel, coges el bolígrafo y no te sale nada. Esos días sabes que no se deben ni a un moratón en el dedo ni a una herida en el pie. Es algo mucho más profundo. Algo inexplicable, porque ni tú misma lo entiendes. Algo que desaparece en unos minutos, pero que sabes que volverá, porque siempre vuelve. Así que lo único que puedea hacer es disfrutar del tiempo en el que este sentimiento está ausente y dar(le) lo mejor de ti.

Fulburrio.

Persona importante en la vida, imprescindible, imposible ser feliz sin ella. Te saca las sonrisas más sinceras, siempre sea el momento que sea. No te cansas de ella, y cuando no está la echas de menos. No cambias sus besos ni sus abrazos por nada del mundo. Es una persona perfecta con sus miles de defectos. Es una persona única, especial.

Como un mundo sin agua.

Ese beso me dejó sin aliento, como todos los que me daba. Eran únicos, auténticos. Como él. Luego me abrazo y me levantó unos palmos del suelo. Parecía que volaba entre sus brazos. No recordaba un momento mejor. Bueno, todos los que pasaba junto a él eran alucinantes. No podía permitir que terminara. Si él se iba, yo me hundía.

Jé.

Y si, puede que tenga una vida llena de tachones y de palabras difuminadas. Puede que algún "te quiero" ande por ahí suelto, vagando perdido. Puede que tenga más heridas de las que pudo llegar a tener Jesus en la cruz, y claro, que cada vez que las toco duelen. Pero esas heridas marcan finales. Finales que tienen una historia. Una historia bonita, feliz. Y por eso me ha doliso tanto decir adios. Pero en el recuerdo siempre quedan las partes dulces, los monentos agradables. Asi que aún siendo una mártir de la vida, aún teniendo la piel llena de llagas que nunca van a sanar, sonrío. Porque cada una de esas marcas de dolor me hace recordar. Recordar que son parte de mi y que siempre lo serán. Recuerdos que me hacen recordar. Tan solo eso. Pero a veces no viene mal echar la vista atrás. Revisar errores, por los que primero sonreí y luego lloré. Pero aunque hayas derramado mil lágrimas, no puedes arrepentirte, porque te esteías arrepintiendo de tu pasado, de tu vida. Te arrepentirías de ser tú, y de haber sido injenua algún día. De haber pensado con el corazón y no con la cabeza. De haber sido auténtica, de haber sido tú. Y eso no debería estar permitido. Que ya nos tenemos que callar bastantes veces a lo largo de la vida. No podemos dejar de ser nosotros mismos. Si no el mundo sería una mentira. Hay que aceptar nuetras acciones y vivir con las consecuencias. Eso de lo que tú te arrepientes te hizo llorar, cierto. Pero también sonreir y lo sabes. Y algún día una de esas decisiones cambiará el rumbo tu vida, o tu manera de ver el mundo. Algún día una de esas decisiones hará que sonrías para siempre. Y sí, puede que tenga una vida lleba de tachones, y de palabras difuminadas. Puede que algún "te quiero" ande por ahí suelto, vagando perdido. Puede que tenga más heridas de las que pudo llegar a tener Jesus en la cruz y claro que cada vez que las toco duelen. Pero aún así, sonrío ante cualquier cosa y lucho por ser feliz.

Momentos.

Hay momentos de los que te arrepientes toda la vida. Como cuando dejas escapar a alguien importante para ti. Cuando no luchas para que se quede; cuando lo dejas marchar. Y cuando regresa todo ha cambiado, menos lo que sentías por esa persona. Porque cuando la vuelves a ver, todas esos sentimientos que estaban enterrados, afloran y vuelven a la superficie, poniendo en peligro todo lo que tienes ahora. Al principio las empujas hacia el rincón más solitario de tu cabeza, los encierras en la habitación más oscura de tu cerebro. Pero siempre, de alguna manera, consiguen salir. Asi que la única opción que queda es aceptarlos e ignorarlos, aunque no sea fácil. La única opción que queda es aceptarlos e ignorarlos, aunque no sea fácil. La única opción que queda es ignorar esos labios, que en un pasado te besaron y te hicieron sentir especial. Ignorar esos ojos, que te miraban como si fueras única. Ignorar aquellas manos, que te dedicaron las caricias más dulces, más delicadas. Ignorar a la persona con la que tiempo atrás viviste momentos fantásticos, momentos irrepetibles. Ya sólo puedes ignorarlo; aceptar que ahora hay otros labios, otros ojos y otras manos. Aunque cuando te besen, te miren y te toquen; aunque lo hagan mil veces mejor; no te harán sentir lo mismo. No harán que tu corazón palpite como lo hacía antes.

Cuando es amor, nada lo puede.

Y ahí estaba él, bajo la lluvia, siendo azotado por las gotas. su rostro reflejaba desesperación. Ya sabía lo que deseaba: que esos diez metros que nos separaban desaparecieran y que nuestros labios se reencontraran, fusionándonos en uno y prendiéndolo todo de fuego. No pude reprimirme más y salí corriendo a su encuentro, al refugio de sus brazos. En el momento exacto en el que nuestros cuerpos se tocaron, sus ojos se tornaron cálidos. Pronto noté su calor corporal. sus abrazos eran fuertes y dulces a la vez. La lluvia se intensificó, pero no tenía ya importancia para nosotros. Nada importaba. sólo nosotros y ese momento. Todo era perfecto. Al fin todo había acabado. Por fin éramos libres. Por fin podíamos estar juntos. Por fin podíamos querernos. Me di cuenta de que el amor es más fuerte que cualquier otra cosa, si es verdadero. "Te quiero"; me dijo. Mi corazón dejó de latir unos segundos para empezar con fuerza un spring de pums. Él lo notó y me besó de esa manera de la que sólo él sabía besarme.

Seguía ahí, y siempre lo haría.

Derrotada, pegué mi espalda a la pared y me deslicé hasta el suelo. No tenía una noche tan mala desde hacía mucho tiempo. Aún no había amanecido. La oscuridad que reinaba en la calle penetraba en mi habitación a través de las rendijas de las persianas y formaba extrañas sombras en las paredes que me rodean, haciéndome sentir cada vez más pequeña e insignificante. Las gotas de sudor comenzaron a secarse. Me di cuenta de que todo mi cuerpo estaba empapado. Pero el miedo me paralizaba. No podía moverme. Las lágrimas desbordaron por mis ojos y no pude hacer nada. Sólo temblar de miedo y tiritar de frío. Sola, entre aquellas cuatro paredes. Esa pesadilla me perseguía. No me dejaba ni una noche tranquila. Perderle era lo peor que podía pasarme. Incluso preferiría la muerte. El dolor me abrumaba. Pero justo en el momento en el que ya no podía retener más los gritos de pánico, el teléfono vibró, Era él. Mi sueño se repetía todas las noches, al igual que su llamada para tranquilizarme y decirme que seguía ahí, y que siempre lo haría.

Si no lo inventamos, no existirá un final para nuestra historia.

Mi mano acariciaba lentamente su pecho, 
mientras mi cabeza estaba colocada en el hueco exacto para que mi oído coincidiera justo encima de su corazón. 

Su mano izquierda jugueteaba dulcemente con algunos mechones de mi pelo. 
Sus dedos libres correteaban por mi espalda, 
dibujando extrañas formas geométricas y dejando un rastro de intenso fuego allá por donde pasaban. 

Sus labios besaron mi frente y un escalofrío tan intenso como mi felicidad en ese momento, 
inundó mi cuerpo. 
Él sonrió con esa sonrisa suya que iluminaba toda la estancia. 
Yo, 
anonadada con la inmensidad de sus ojos, 
había perdido la noción del tiempo. 
Ya no importaba nada, 
sólo nosotros. 
Nuestras caricias, 
nuestros besos y nuestros juegos de miradas. 
Porque desde hacía ya bastante tiempo nos habíamos vuelto especiales. 
Nos complementábamos. 
Nos apoyábamos, 
nos ayudábamos. 
Nos queríamos. 
Y así lo demostrábamos, 
con nuestros interminables días 
y nuestras cortas noches juntos. 
Jugando a ser más listos que la luna. 
Más brillantes que el sol. 
Jugando a querernos y a robarnos besos. 
Jugando a ser eternos, 
a no tener fin.

La gente falla.

La gente falla, 
el tabaco produce cáncer, 
comer chocolate engorda, 
depilarse duele, 
el invierno es frió  el verano cálido, 
el amor es dolor, 
los recuerdos se olvidan, 
las palabras se las lleva el viento, 
las primeras veces siempre estarán ahí, 
los colores se mezclan, 
los sonidos se dispersan, 
los rostros envejecen, 
los ojos permanecen, 
los legales escasean, 
las piernas andan y los brazos esquivan, 
los ricos roban, 
los pobres mueren de hambre, 
el polvo se remueve, 
el cemento se seca, 
el pelo crece, 
la gente falla.

Porque aunque no seas el centro del mundo, eres el centro de mi mundo.

Cuando me besó por primera vez, 
algo cambió en mi interior
Todo se puso en orden, 
cobró sentido. 
Como si dos piezas que nunca habían encajado al fin se complementaran. 
Pero eso no es todo. 
Algo se activó, 
como un botón de ON/OFF
y de repente, 
lo sentí. 
Sentí eso de lo que las leyendas hablan, 
de lo que los borrachos comentan, 
y de lo que los niños sueñan. 
Sentí que de un momento a otro, 
todo había cambiado. 
Mis pensamientos habían sido sustituidos por impulsos de acciones, pero que tan sólo se quedaban en eso, 
en impulsos. Mi manera de ver el mundo, 
había cambiado. 
Los colores eran más brillantes, 
los sonidos más nítidos, 
y los olores más intensos. 
Aprendí de repente todo eso que la vida no me había permitido aprender antes, 
y que el miedo nos impide vivir. 
Supe que a veces, 
tal vez hay que dejarse la piel, 
pero sólo por la gente que merece la pena. 
Me di cuenta de que es hora de cambiar el mundo, 
y de que nadie puede impedir que cumplas tus sueños. 
Que la vida está para vivirla cometiendo errores y equivocándose. 
Y me di cuenta, 
de que los sentimientos están ahí, 
por mucho que queramos reprimirlos
Que cuando se quiere de verdad, 
es imposible no demostrarlo. 
Es imposible no sonreír cuando esa persona está delante. 
Que se vuelve el centro de todo, 
y por mucho que lo intentes, 
eso ya no lo puedes cambiar.

Que suerte el tenerte.

Y así es como el tiempo se para, 
las miradas se encuentran y los besos se roban. 
Las manos se deslizan por los precipicios de sus caderas
y no dejan ni un centímetro de su cuerpo por recorrer. 
Todo arde. 
Ahí dónde toca es fuego. 
El fuego más intenso que he visto nunca. 
Y así es mi día a día. Así es el tenerte, 
el disfrutarte, 
el ser feliz a tu lado. 
Y así es el haberme enamorado de él.

"Todos los días de mi vida"

"Prometo ayudarte a amar la vida. 
Abrazarte siempre con ternura. 
Y tener la paciencia que el amor exige. 
Hablar cuando hagan falta palabras, y compartir el silencio cuando no. 
Consentir, disentir respecto al pastel de terciopelo rojo. 
Vivir al abrigo de tu corazón,  
y llamarlo siempre hogar."

Vuelve.

No puedes decir adiós a aquello que todavía no ha empezado. No puedes decir que lo oscuro es tristeza si no has visto sus ojos irradiando felicidad. No puedes rendirte si no lo has intentado. No puedes morir si todavía no has vivido. El vapor de un café por las mañanas y almohadas empapadas de ti por las noches. Lluvia y mar, sombra y ciudad, nada más en una rutina que se ha llevado todo menos tu nombre. Quiero dejarte. Dejarte con las ganas de que el día tenga veinticinco horas. Dejarte con mi sabor y con mi aroma por toda tu piel. Con ganas de mí, con ganas de nosotros. Con ganas de empezar por para siempre. Porque sí. Porque me has hecho así. Porque contigo no existen las ganas de rendirse, ni los malos recuerdos y el miedo pierde todo su sentido. Porque contigo el pintalabios no se queda nunca en los labios y los besos se escapan de la boca. Sonrisas que huyen y se disfrazan de ti, camas vacías que te buscan, corazones que te sufren y labios destrozados que sólo saben decir: vuelve.

Remix.

La vida me ve como un cigarro,
y me consume. 
Hay que vivir sin limitar, 
callar sin olvidar, 
seguir y continuar, 
caer y levantar. 

Soy perfeccionista en un mundo de imperfección. 
Nunca te dejes engañar por las apariencias, 
los pequeños detalles marcan las diferencias. 
La locura rige mi vida. 

Sinceramente, te aconsejo que, 
de todos mis consejos, 
sólo te fíes de este. 

No me ando por las ramas, 
a no ser que esté subida en un árbol. 
Pienso y sueño demasiado. 
Todavía estoy aprendiendo a olvidar. 

¿Quién dijo que el tiempo cura las heridas? 
Para mi será imposible, 
no me las paran de abrir y recordar. 
Aguanto las ganas de llorar, 
guardo las ganas de descargar la rabia. 

Con el tiempo he aprendido que el esfuerzo es el primo hermano del éxito, 
y que no es más valiente el que más puede ganar, 
sino el que más está dispuesto a perder. 

Me encanta ir caminando sola por la calle y de la nada sonreír por un buen recuerdo.
Dibujo sonrisas en caras tristes mientras creo en un mundo mejor, 
aunque soy 
como una extraña que mira desde fuera.  
Me gusta que sea así. 

Sé cual es mi lugar en el mundo: estar fuera de él. 
Porque pase lo que pase hay que seguir adelante,  
volver a remangarse, 
y a tirar como se puede. Nadie me enseño el camino entre tanto desatino, he acertado algunas veces. 

Cuando quiero soy mala con ganas. 
No soy perfecta, pero tampoco pretendo serlo. 
No me trago mi orgullo por nada del mundo. 
Si luchas puedes perder, ni no luchas estas perdido. 
Para sentirse vivo hay que motivarse sin motivo. 
Tengo un problema con su sonrisa, 
creo que se llama adicción o algo así. 

Algún día, le gritaré al mundo mi historia. 
Lo imposible sólo tarda un poco más. 
Me encanta eso de quedarme dormida en la parte más interesante de la película. 
Cada vez tengo menos ilusiones, me las quitan poco a poco. 
Te entrego todo lo que quieras. 
Me fallan sin más. 

Después de haber metido, 
todo lo prometido 


desaparece. Sólo te aviso. 
Tengo una mente perversa e incorregible con tendencia a lo raro y extravagante. 
La mayoría de las personas abandona justo cuando está a punto de conseguir el éxito. Lo deja en el último momento del partido; 
por eso me defino como diferente. 

Si estas mal llora, 
desahógate, 
grita, 
corre, 
vuelve a llorar si hace falta. 

Soy de las que piensa que te enamoras de una personalidad, 
no de un físico. 
El que la sigue la consigue, 
siempre. 

Nací, 
comencé a hablar, 
y no he parado aún... 
Dueña de mil miedos y de un millón de sueños. 
El futuro ya no es lo que era. 

Te odiaré y te querré en menos de una milésima. 
Extraño es que pasen los días, 
las semanas, 
los meses 
y tú, 
me sigas poniendo nerviosa, 
y me sigas sacando esa sonrisa con tan solo mirarme.