Quizás el engaño más bonito de todos.

He soñado que me echabas de menos.
Que echabas de menos cada resquicio de mi cuerpo.
Cada grieta, cada curva, cada pared escarpada, de esas que te encantaba escalar.
Y cómo navegabas en el mar de mi boca, chocando mi lengua con la tuya, peleando por ver quién era más fuerte.


Pero sé que mientras yo soñaba contigo,

 tu te perdías en otras bocas
e investigabas sin brújula ni mapa,
en otros cuerpos.


Y es que no todo el amor tiene que ser verdadero.

Con que sea amor, es suficiente.
Pero  si no es amor, 
entonces desechemos la esperanza,
los sueños, 
los besos.
Desechemos los buenos momentos,
las (son)risas,
las carcajadas a pleno pulmón;
Desechemos todas y cada una de las veces 
que me hiciste el amor,
y desechemos esas otras,
en las que te dejaba derrumbarme el muro,
y dejaba que me lo hicieras.


Porque si esto no ha sido amor, 

no sé lo que ha sido. 
Quizás el engaño más bonito de todos.