Esos grandes ojos fijos.

Nada se compara con su mirada. Si ella mira, nadie más mira. Sus grandes cuencas rellenas de color son a la vez el todo y la nada. No sabría dejar de mirarlos. Son tan hermosos los ojos de mi amada que el mundo quisiera ser mirado por ellos. Pero no tiene tanta suerte, no. Sólo ella puede mirar a través, porque son suyos, aunque también un poco míos.



Cuando quieren se visten de verde, cuando no, se ponen el manto oscuro; pero pase lo que pase, no desvelan nada. Tan sólo que son sinceros y puros. Puros como el blanco que rodea su iris. Y que decir de la lucha por la pureza máxima que existe entre su globo ocular y su piel. Su piel, tan fina como su mirada, asombra y remata. Como la textura de la miel. Hermosa, linda, preciosa, así es mi mujer.

Todo me da igual.

Me oculto bajo mil capas de felicidad, no creo que nunca puedas llegar a la que realmente me describe. Siempre estoy ahí aunque no me veas. Me lavo las manos, me desentiendo. Limpio mi mierda, me da igual que vosotros os pudráis. Sé que a vosotros tampoco os importo. Nunca he sido un lobo feroz, siempre he sido el patito feo que se escondía bajo un caparazón y que creía en los cuentos. Y ahora que he crecido, no soy un cisne, soy aún más feo. No es mi culpa que el mundo me haya hecho vacío por dentro...
Nunca he soñado con ser un dios, sino uno más en este juego. Y lo conseguí, juego con vosotros y con vuestros sentimientos. Ya no me queda nada de corazón, ahora soy depredador de cada presa que veo. O cazas o te cazan.
Hasta que llegó ella y volcó mi mundo. Me hizo ver que no sólo importaba yo, que había algo más a lo que proteger. Poco a poco fue colándose por cada una de mis mil capas, hasta, increiblemente, llegar a mi núcleo, a mi yo débil. Y en vez de hacerme daño, me demostró lo que es la felicidad. Desde entonces ya nada me da igual, ya no me lavo las manos, ya no me desentiendo. Eso de ser un delincuente con los sentimientos se ha acabado. Ahora es hora de ser cisne, aunque no por fuera. Es hora de hacerla feliz, feliz de verdad. Como ella hace conmigo. Es hora de cuidarla, de acunarla entre mis brazos. Es hora de hacerla mia, al igual que ella me ha hecho suyo.

No podía volver atrás, no podía olvidarlo todo.

En el fondo los dos sabíamos que no podíamos borrar el pasado, que siempre estaría ahí. Tampoco podíamos retroceder y cambiarlo. Es imposible. Ya está echo. Pero podemos perdonar. Y será mil veces mejor que haberlo olvidado, porque así aprenderemos de nuestros errores, y sabremos que si algo nos importa y queremos que sea para siempre, hay que cuidarlo. Si no se va pudriendo hasta que muere.

Lucha.

Tú piensas que todo es un juego, y que no hay que apostar si no estás seguro de tus cartas. Pero incluso cuando todo apunta a que va a llover, hay que apostar porque no lo va a hacer. Sólo así ganaremos cosas que los demás ni sueñan con tener. Porque seremos únicos en nuestras apuestas, y por tanto en nuestras posesiones. Si luchas, ten por cuenta que tarde o temprano ganarás. Si esperas, te morirás del asco.

Podremos, dame la mano.

Olvidemoslo todo y empecemos de cero. Que nadie nunca me ha cuidado y entendido como tú. Y seguramente nunca nadie lo haga. No quiero perder la razón, pero sé que tú no me vas a llamar, sé que no vas a estar. Pero es tan fácil pensar que cierta tarde tonta nos podremos cruzar...Puede que no te vuelva a ver. Quizás entonces pueda hacer otra tarde gris, y tengamos que refugiarnos juntos de la lluvia. Quizás ahí vuelvas a entender que te quiero, y que nunca he dejado de hacerlo. 

Eso es lo que pasa, lo que nunca sucedió me está matando.

"Eso es lo que pasa... Que la echo de menos. En toda su ausencia. Hasta decir basta. Añoro esos paseos que nunca dimos por el parque. Añoro esos besos que jamás me dio, esas risas tontas que no nos echamos. Esa canción que nunca escuchamos juntos después de no hacer el amor... Tengo que volver con ella hasta el punto en que todo dejó de poder ser.
Y volver a empezar juntos ... por primera vez."

Ya la echarás de menos...

Ya la echarás de menos cuando la busques entre tus brazos y no la encuentres. O cuando te gires en la cama para darla los buenos días y solo haya un revoltijo de sábanas impregnadas de su olor. Ya la echarás de menos cuando tu mano no tenga a qué aferrarse cuando pasees por la calle, o cuando no sepas que hacer con las horas que matabais queriéndoos. Cuando tus besos no tengan dueña, y se pierdan entre el olvido. Cuando te sientas tan solo que se te encoja el corazón o que las lágrimas recorran tus mejillas. Ya la echarás de menos cuando notes su calor, y cuando ya no oigas su risa. O cuando ya no puedas quedarte mirando sus ojos. Ya, ya habrá tiempo para echarla de menos.

Que poco dura un "para siempre".

Cuando la oscuridad se expande, mi corazón se encoje. Hay que aceptar la realidad, pero me niego. Lo mio es andar por un pasillo sin fin. Esperando ver una luz que nunca aparecerá. De repente un eco retumba en la estancia. Caigo al suelo, de rodillas, derrumbada. No. No. No. Me levanto y empiezo a correr, ya no sé si retrocedo o avanzo. Sólo quiero llegar al principio. Donde encontré las ganas de andar sin saber lo que hay al otro lado. Mis pies están mojados. El pasillo se empieza a llenar de agua. Agua procedente de ningún sitio. Ningún sitio... Pero no me detiene joder, yo sigo corriendo. Y aunque haga frio me quito la ropa, aunque el agotamiento agarrote mis músculos no paro. Sigo corriendo. El sudor comienza a bajar por mi frente e inunda mi nuca. El nivel del agua ya me llega a las rodillas. Y justo cuando estoy a punto de parar, de tirar la toalla, veo lo que estaba buscando, la solución. El agua desaparece poco a poco, como si un desagüe la absorviera, y las paredes de mi alrededor se evaporan, como si solo hubieran sido aire negro. Ahí estaba el principio. El paisaje más hermoso del mundo. Por lo que volvería a arriesgar todo otra vez.

Take the best, fuck the rest.

Tu vida es tuya. La gente puede tener opiniones pero nunca puedes hacer de esas opiniones las tuyas propias, porque te acabarás arrepintiendo. Sé feliz haciendo lo que tu desees en cada momento. Porque solo tú puedes saber lo que quieres, y con quien lo quieres.
Dolor, miedo, ganas, odio, amor. El corazón está en un puño, preso. Mientras los pensamientos se pelean en la cabeza. La garganta y el estómago anudados. Ríos de lágrimas en las mejillas. Mares de dudas por desemboque.
Deseperación, tristeza. Congoja. Susurros que taladran los oídos. Soledad que rapta. Añoranza que perturba.
Indecisiones. Indecisiones. Fin. Comienzo. Fin. Reset. Comienzo. Bien. Bien. Maravilloso. Mal. Mal. Desesperación. Fin. ¿Y ahora?

Disfruta, siente, ama, perdona y olvida. Pero sobre todo vive.

"La vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de pura felicidad. A veces son sólo días o semanas. A veces, años. Todo depende de nuestra fortuna. El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre y se transforma en un país de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida sin conseguirlo."

Nunca sabremos, hasta que hayan pasado esos momentos, que los estamos viviendo. No somos conscientes de lo que poseemos hasta que desaparece. Por eso, te voy a dar un consejo. <<Vive el día a día; vive cada momento como si fuera el último; cada segundo como si el reloj fuera a pararse al próximo tic. Piensa en ti, haz lo que creas conveniente en cada situación, sin pensar en las consecuencias. Disfruta, siente, ama, perdona y olvida. No luches contra la vida. Al fin y al cabo no saldrás vivo de ella. Sé su cómplice, y aunque también te acabe matando, habrá merecido la pena.>>
La perfección solo existe en los cuentos de hadas. Nada puede ser perfecto. Al mirar a través de las ventanas llueve. La perfección está formada por mentiras y mentirosos; por ciegos que no quieren ver. Cuando algo es perfecto, no existe. El sol nunca gobernará sobre las nubes. Nunca habrá un bolígrafo que no se quede sin tinta. Hasta lo más hermoso se acaba. Hasta lo más mezquino tiene una pizca de bondad. No hay extremos. Al terminar el balanceo, el péndulo siempre yace en el medio; nunca en un lateral. No podemos encontrar el número final, ni el lugar exacto donde acaba el universo. No podemos pretender cambiar un ciclo, porque no saldremos vivos de esa lucha. No hay besos perfectos y las despedidas duelen. Duelen por lo que han sido. Duelen por lo que no serán más. "Un final duele. Siempre duele. No siempre duele; no siempre es un final. Un final siempre duele."
                             
Don't go, please.
Cuando sientes que todo se ha acabado, que nadie te coge de la mano, sólo tienes que permanecer en silencio. Podrás escuchar su respiración en tu oído; su cabeza en tu hombro; sus manos al rededor de tu cintura. Te está abrazando. Sólo queda él.

Nos echo de menos.

Nos echo de menos. A nosotros, a nuestros momentos. Nuestras sonrisas, besos y caricias. Echo de menos nuestros abrazos. Nuestras conversaciones y nuestras miradas cómplices. Echo de menos nuestras peleas de pies y esas guerras de cosquillas en las que siempre perdías. Echo de menos todos y cada uno de los golpes tontos que nos hemos dado, todos los mordiscos que dejaste marcados en mi piel. Nos echo de menos por todas y cada una de esas veces que nos eché de más. 

El mejor vals.

Mil emociones cantan al compás de la música que son tus latidos, mientras tus manos tocan el piano de mis costillas. Tú sonríes, yo sonrío. Nuestros ojos sonríen. Mis manos acarician tu pelo, se enredan en él, buscando ser ocultados bajo un color azabache. No hay ni un milímetro de nuestro cuerpo que no esté unido. Nuestras caderas bailan un vals, mientras los jadeos luchan por salir de nuestras bocas. Un escalofrío enorme recorre todo mi cuerpo. Y también el tuyo. Todo lo que yo siento, tú también lo sientes. Somos uno, desde hace mucho tiempo. No hay nada mejor que notar tu mano acariciando mi hombro, dirigiéndose hacia mi mejilla, donde el fuego prende y el color carmín lo cubre todo.

Todo va.

Todo va perfecto. Los pájaros cantan, las flores crecen, el rocío mañanero empapa, el frío es menos frío porque hay algún mamón que te coge de la mano... Todo va perfecto. Los paseos son largos y las risas abundantes, los ojos sonríen, las bocas no lloran. Palabras bonitas que vuelan y aterrizan en tus oídos. Mejillas sonrojadas y corazones haciendo carreras. Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va.
Pero no perfecto.
Las brujas han salido de su escondrijo y atacan a la felicidad con sus hechizos malignos. Convierten a los pájaros en cuervos, y a las flores en zarzas. El rocío mañanero se convierte en una fuerte lluvia que inunda.
El frío es intenso, que hace daño en los huesos. Las brujas se llevan en su escoba a ese mamón, sin que tu puedas hacer nada, por mucho que corras. Los paseos desaparecen, y las risas se callan. Los ojos tristes, las bocas lloran. Las palabras vuelan, pero lejos. En tus oídos sólo aterrizan los graznidos de los cuervos. Mejillas sin color y corazones parados. Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va. 
Todo vuelve a ir perfecto. 
El sol ha salido después de la tormenta. Como siempre sale. El mar en calma, las brujas han abandonado. Volvieron a su escondrijo, porque la felicidad se les escapó de las manos para volver a sus legítimos dueños. Sus hechizos se han roto. Los cuervos vuelven a ser pájaros que cantan, las zarzas vuelven a ser flores a las que les vuelve a acariciar el rocío. El mamón vuelve, caminando despacio, para volver a coger tu mano y no soltarla más. Los paseos se alargan, y las risas renacen. Los ojos se abren, temerosos, y se acostumbran a la luz. Las bocas disimulan una sonrisa. Las palabras vuelven, tus oídos vuelven a ser aereopuertos. Las mejillas se vuelven carmín y los latidos se vuelven a retar. Todo va perfecto.