Que poco dura un "para siempre".

Cuando la oscuridad se expande, mi corazón se encoje. Hay que aceptar la realidad, pero me niego. Lo mio es andar por un pasillo sin fin. Esperando ver una luz que nunca aparecerá. De repente un eco retumba en la estancia. Caigo al suelo, de rodillas, derrumbada. No. No. No. Me levanto y empiezo a correr, ya no sé si retrocedo o avanzo. Sólo quiero llegar al principio. Donde encontré las ganas de andar sin saber lo que hay al otro lado. Mis pies están mojados. El pasillo se empieza a llenar de agua. Agua procedente de ningún sitio. Ningún sitio... Pero no me detiene joder, yo sigo corriendo. Y aunque haga frio me quito la ropa, aunque el agotamiento agarrote mis músculos no paro. Sigo corriendo. El sudor comienza a bajar por mi frente e inunda mi nuca. El nivel del agua ya me llega a las rodillas. Y justo cuando estoy a punto de parar, de tirar la toalla, veo lo que estaba buscando, la solución. El agua desaparece poco a poco, como si un desagüe la absorviera, y las paredes de mi alrededor se evaporan, como si solo hubieran sido aire negro. Ahí estaba el principio. El paisaje más hermoso del mundo. Por lo que volvería a arriesgar todo otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario