Todo va.

Todo va perfecto. Los pájaros cantan, las flores crecen, el rocío mañanero empapa, el frío es menos frío porque hay algún mamón que te coge de la mano... Todo va perfecto. Los paseos son largos y las risas abundantes, los ojos sonríen, las bocas no lloran. Palabras bonitas que vuelan y aterrizan en tus oídos. Mejillas sonrojadas y corazones haciendo carreras. Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va perfecto.
Todo va.
Pero no perfecto.
Las brujas han salido de su escondrijo y atacan a la felicidad con sus hechizos malignos. Convierten a los pájaros en cuervos, y a las flores en zarzas. El rocío mañanero se convierte en una fuerte lluvia que inunda.
El frío es intenso, que hace daño en los huesos. Las brujas se llevan en su escoba a ese mamón, sin que tu puedas hacer nada, por mucho que corras. Los paseos desaparecen, y las risas se callan. Los ojos tristes, las bocas lloran. Las palabras vuelan, pero lejos. En tus oídos sólo aterrizan los graznidos de los cuervos. Mejillas sin color y corazones parados. Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va, pero no perfecto.
Todo va. 
Todo vuelve a ir perfecto. 
El sol ha salido después de la tormenta. Como siempre sale. El mar en calma, las brujas han abandonado. Volvieron a su escondrijo, porque la felicidad se les escapó de las manos para volver a sus legítimos dueños. Sus hechizos se han roto. Los cuervos vuelven a ser pájaros que cantan, las zarzas vuelven a ser flores a las que les vuelve a acariciar el rocío. El mamón vuelve, caminando despacio, para volver a coger tu mano y no soltarla más. Los paseos se alargan, y las risas renacen. Los ojos se abren, temerosos, y se acostumbran a la luz. Las bocas disimulan una sonrisa. Las palabras vuelven, tus oídos vuelven a ser aereopuertos. Las mejillas se vuelven carmín y los latidos se vuelven a retar. Todo va perfecto.

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