Hazme el amor
aunque no sepas cómo.
Disparemos nuestras armas
de fuego
y hielo
en nuestra guerra personal
de besos,
mordiscos y,
por qué no,
caricias.
Hagámonos gritar en silencio
y llorar
entre carcajadas.
Quiero que tus manos se deslicen
por mi cintura,
y tus ojos,
por la cascada de los míos.
Y que tus palabras sean una polea
que eleven mis comisuras.
Podría desear que todo fuera perfecto.
Pero no lo hago.
No lo hago porque me encanta
que no seas capaz de decirme
que me quieres.
Quizás porque decirlo en voz alta
sería aceptarlo;
o quizás porque realmente,
no lo sientas.
Y de entre esas dos opciones
me quedo con tus besos.
Porque
cuando tu lengua pelea con la mía,
cuando nuestras bocas se rugen,
cuando nuestros ojos se derriten
y
cuando nuestras sonrisas se hacen cómplices;
el mundo deja de ser tan importante
y
lo realmente grande
somos nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario