El romper de las olas contra las rocas, es una bonita metáfora con la que identificar el temblar de mis piernas y el contoneo de mis caderas cuando me tocas.
Y la espuma que queda como resto de tal espectáculo, se asemeja a la sonrisa floja pero sincera que adorna mi cara, como las perlas lo hacen en cuellos adinerados.
Pero es que mi fortuna, eres tú.
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