No soy adivina,
ni practico brujería
aunque adivine nuestro futuro.
No necesito una bola
de cristal,
para saber, que como siempre,
como todos,
acabarás enamorándote de lo que crees que soy:
sencilla, con carácter.
Antipática y mercader
de sentimientos.
Tan fría como el viento,
y tan ardiente,
como un beso nuestro en el Sahara.
Pero lo que no sabes, es que no me conoces.
Solo hay una exclusiva persona que
me ha visto tutear a la felicidad;
Reír porque realmente, no había lágrimas.
Soñar, sin estar dormida
Y morir, estando viva.
Y por muchas cosas que pasen,
Muchos trenes que me empeñe en coger,
Todos los kilómetros del mundo,
O todo el daño que nos hayamos hecho,
siempre va a ser la única persona,
de la que yo,
mi yo de verdad, el hecho polvo,
va a poder enamorarse.
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