Nunca encontrarás a nadie como yo.

Nunca nadie
te llamará gritando a las cuatro
de la mañana,
reprochándote culpas que no tienes.

Nunca nadie
te va a ser tan infiel
como yo;
y nunca nadie,
se va a arrepentir tan poco.

No esperes que nadie
se apoye en tu hombro como yo lo hice;
y rehuya cuando tu lágrima caiga.

Y menos mal
que nunca encontrarás a otra,
como yo;
que te repare tanto mal,
y que te cause tanto dolor.

Y cuando te resultaba incomprensible frente a la luna...

Doy gracias
por ser lo peor que has podido vivir;
por ser lo que más
vas a odiar.

He sido para ti
una batalla,
que aunque perdida,
demasiado bien luchada.

Te mentiría,
como tantas veces he hecho,
si te digo que siento
que no hayas podido conmigo;
que no me hayas vencido,
que tus besos
no fueran suficientes.
Que tus caricias
se quedaran cortas;
y tus miradas
no tuvieran destino fijo.
Te mentiría,
si,
porque ni si quiera yo,
puedo conmigo.

Matándote el corazón,
me aseguré
de que para bien
o para mal
no  me vas a dejar salir
de tu cabeza.
¡Y qué afortunada soy
por ser yo
quien te haya hecho daño!

Nunca vas a odiar a nadie,
como me odias a mi,
pero tampoco amarás a alguien,
como me amaste a mi.

Al contrario,
yo si voy a encontrar a otro que,
como tú,
intentará, en vano,
arañarme el corazón
mientras yo,
rompo el suyo.
Otro que,
me quiera mil veces más que tú.
Otro
que acabe odiándome
más, 
de lo que yo lo hago.

Y es que, 
menos mal que nunca vas a encontrar
a nadie como yo.

3 comentarios: