Le dije: "Monta al sol, que te llevo". Me dijo: "¡Qué tontería, arderás!". Le dije que no pensaba ir de día y se reía... 
Y lo que pasaba es que la han mentido tantas veces en la vida que ya no sabía lo que era verdad y lo que era mentira. Se la han metido doblada, en forma de triángulo, de círculo, y de todas las formas geométricas posibles. La hicieron perder la esperanza hasta el punto de no saber hacer otra cosa que no fuera llorar. Que sus mejillas eran putos campos de cultivo. Pero eso se acabó cuando llegué yo. Aparecí de las sombras, como el frío de septiembre. La hice olvidar. Un reset completo. "No más recuerdos, recuperemos el tiempo perdido", la decía. Al principio no me creía, pero ahora está a la vista su sonrisa, sincera. Perfecta, como ella. Porque las princesas también tienen días malos. Pero todas deben tener un final feliz y compartir las perdices con un principe, no con una rana verde y verrugosa. 

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